A veces, una historia se escapa por la ventana abierta y un escritor como Juan Duro casi accidentalmente la ve y ya no puede olvidarla. Las palabras también se van cayendo y Juan las junta del suelo, las limpia un poco, las ordena con esmero, las asegura en un papel y con el tiempo se olvida de ellas.
Un día sale por la puerta y en una librería, casi sin querer, se encuentra a sí mismo con un perro. En la solapa dice: Striptease, Juan Duro, libro de cuentos.
Entonces se acuerda de ella, de ella y de Ernesto.